Hoy os dejamos una entrevista que salió publicada este sábado en el Periódico a Eulàlia Herranz, una persona que lleva luchando muchos años contra el ejercicio del poder municipal en favor de la especulación y que no tiene en cuenta la voz de los vecinos.
Desencantada de la política, es partidaria de utilizar medios más drásticos para hacer oír su voz.
Eulàlia Herranz: «Tengo varios juicios, pero no he hecho nada malo»
¿Qué hace una madre de familia ya canosa encadenada a un bidón de cemento en la plaza de Sant Jaume? Así aparece Eulàlia Herranz en una fotografía fechada el 8 de noviembre del 2006. «Fue mi primera acción y allí se me quitó todo el miedo ¿recuerda esta mujer que ha sido abuela hace unos meses¿. Uno de los chicos que tenían que encadenarse se hirió la noche anterior y me pidieron que le sustituyera. Me lancé de cabeza».
-¿Y qué le dijo su familia?
-Mis dos hijas me acompañaron. Mi marido y mi padre tenían pánico a que me pasara algo. '¡Tienes 50 años, no 30!', me repetía mi marido. Decidí no contarles las siguientes acciones hasta que hubieran terminado.
-¿Es que hubo más?
-Me he encadenado a la barandilla del Ayuntamiento de Esplugues; a una encina, para que no la cortaran; también he parado unas obras... Tengo pendientes cuatro o cinco juicios, ya no llevo la cuenta. Pero no pienso ir al juzgado. Yo no he hecho nada malo, no he hecho mal a nadie ni he roto nada. ¿Qué democracia es esta en la que pueden meterte en la cárcel por expresar tu opinión?
-¿De qué la acusan?
-De desobediencia. Los antidisturbios de la Policía Nacional solo nos identificaban, pero luego entraron los Mossos y nos llenaron de denuncias. He estado dos veces en comisaría y la deferencia que tenían conmigo no la tenían con los más jóvenes.
-¿Ha estado en prisión?
-¡Nooo! O ya estaría divorciada.
Eulàlia nació en 1954 en el barrio de Finestrelles de Esplugues, una agrupación de 3.000 vecinos encajados entre el Hospital de Sant Joan de Déu y la falda de Collserola. De niña corría por los descampados donde ahora se levanta la Universitat Politècnica y en los años 70 trabajó en la fábrica Corberó, donde fue testimonio de las duras cargas de los grises contra el sector del metal. Al nacer su segunda hija, entró en la asociación de vecinos. En 1991 se aprobó el Pla Caufec, un proyecto urbanístico que pretendía levantar 700 viviendas más un hotel y un centro comercial en el barrio. Ahí empezó la segunda vida de Eulàlia.
-Su activismo viene de lejos.
-Tengo que reconocer que en los 70 me dejaba llevar por la inercia y no era de las más luchadoras. Ha sido a medida que me he ido haciendo mayor que he ido tomando conciencia de las cosas.
-Hasta el punto de okupar la masía Cal Suís, en el 2004, y de encadenarse contra un proyecto urbanístico.
-¡Es que estábamos muy enfadados! El antiguo alcalde prometió que si se expropiaba la masía de Cal Suís sería para el barrio, porque aquí no hay ni un solo equipamiento. Pero no fue así. Tanto hablar, tanto hablar, y no habíamos sacado nada. Nos sentíamos estafados por nuestros representantes políticos, que miran por los intereses de las promotoras y no por el pueblo. No nos quedaba otro remedio que levantarnos en armas.
-Y se aliaron con los okupas.
-La llegada de estos jóvenes dio un impulso nuevo a nuestra lucha vecinal, que se hacía con más calma. Ellos no solo resucitaron la lucha, sino que a mí me cambiaron la vida.
-Vaya, no es lo que se suele oír.
-Al principio yo tenía mis prejuicios, pero se me quitaron en cuanto conocí a las personas. Igual que hay ladrones de corbata, hay okupas gamberros. Lo que ocurre es que los mismos que lucharon contra los grises están criminalizando ahora a los jóvenes que no están de acuerdo con cómo está montado el mundo.
-Usted adoptó sus armas.
-Yo soy antipintadas, anti cortar carreteras, no me parece que para decir lo que tengas que decir haya que perjudicar a otros, y ellos me lo respetaron siempre. Hasta que dije: ¡se acabó!. Y me puse a hacer pintadas yo también. Protestar es la única manera de expresarnos que nos queda.
-La crisis, y no su lucha, frenó el plan urbanístico. ¿Se siente vencida?
-Un mosso me dijo: «Con la porra o con el bolígrafo, ganaremos nosotros». Pero yo no me siento vencida. La sociedad está montada así, pero el sentimiento de haber hecho lo que debía no me lo quita nadie. En 50 años se habrán comido el barrio, pero eso no quita que debamos seguir luchando. Solo se vive una vez.
-¿De quién heredó este espíritu?
-De mi abuela y de mi madre, que eran unas luchadoras. En casa somos un matriarcado.
Eulàlia sale a la calle y pide una escalera larga a un vecino. Tiene que colgar una pancarta. Esta vez contra un proyecto del Hospital de Sant Joan de Déu que algunos vecinos consideran dañino para su salud.
Información publicada en la página 96 de la sección de Contraportada de la edición impresa del día 12 de junio de 2010 de El Periódico de Catalunya:
http://www.elperiodico.es/es/noticias/opinion/20100612/eulalia-herranz-tengo-varios-juicios-pero-hecho-nada-malo/317733.shtml
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